Los atunes nadan a gran velocidad en el sentido de las agujas de
reloj. Dan vueltas y vueltas en uno de los tanques de agua salada que el
Instituto Español de Oceanografía tiene junto a la costa en Mazarrón
(Murcia). Hay unos 100 ejemplares de aproximadamente un kilo de peso y
casi se pueden tocar. En el mar hay otra jaula con otros 200 ejemplares
mayores. No es sencillo calibrar la importancia de lo que aquí ocurre.
Estos son los primeros ejemplares de atún rojo atlántico criados en
cautividad. El stock de la especie, muy apreciada como sushi o sashimi,
ha llegado a niveles preocupantes por la sobrepesca, así que la cría en
piscifactorías sería una opción sostenible para abastecer al mundo sin
esquilmar los caladeros.
La cría del atún rojo es un viejo sueño. "Japón comenzó hace 40 años a
investigar la reproducción del atún del Pacífico y cerró el ciclo en
2002. Hace 11 años, con la evidente sobrepesca en el Mediterráneo, la UE
comenzó a pensar en un plan para criar los atunes del Atlántico",
explica Fernando de la Gándara, investigador del IEO, del Ministerio de
Ciencia y coordinador de una investigación europea, en la que participan
universidades, instituciones y empresas de ocho países del
Mediterráneo. En 2008 comenzó el último de los proyectos, el SELFDOTT,
dotado con 4,3 millones de euros. Los últimos tres años, los
investigadores han recogido huevos "de un milímetro de diámetro" que
ponen los atunes entre junio y julio de las granjas del grupo Fuentes,
socio del proyecto, frente a la costa de Cartagena.
Los dos
primeros años, el programa dio frutos. Las microscópicas larvas crecían,
pero al soltar los alevines al tanque la mayoría morían estrellados
contra las paredes. De la Gándara cuenta que, "al menor estímulo, salen
disparados como harían en el mar; por eso hay colisiones y una gran
mortalidad". Otras especies reproducidas en cautividad, como la dorada o
la lubina, no tienen ese problema, quizá porque no siempre nadan en mar
abierto. A veces, se acercan a las rocas y distinguen mejor los
obstáculos.
En 2009, consiguieron que los atunes vivieran durante
73 días y alcanzaran unos 30 gramos de peso. En 2010, de los 60 millones
de huevos, quedaron unos alevines que fallecieron a los 110 días de
vida, con 100 gramos de peso. Un éxito a medias. En julio del año
pasado, se unió al proyecto el japonés Manabu Seoka, experto en cultivo
larvario del atún rojo del Pacífico. "Manabu nos dio un empujón. ¿Sin él
lo habríamos conseguido? Sí, pero no en tan poco tiempo", cuenta De la
Gándara.
Manabu es un tipo menudo y amable que se ha instalado con
su esposa y dos hijos pequeños en Cartagena. Con él en el equipo, este
año los resultados son mucho mejores, principalmente por los cambios en
la alimentación, ya que hay que conseguir alimentar larvas de apenas
unos milímetros con zooplancton enriquecido, cultivado en el mismo
centro, después se les dan larvas de otros peces, y hay que ajustar los
cambios de la dieta. "Ya hemos tenido éxito. Los atunes ahora tienen que
madurar y cuando tengan cuatro años podrán reproducirse. Eso ya se ha
conseguido en Japón", señala el investigador.
El proceso no ha
generado patentes, se trata más de aprender a manejar una especie muy
sensible que a desarrollar innovaciones revolucionarias. "Somos
investigadores públicos, aunque hay empresas implicadas en la
investigación. No es que cualquiera vaya a poder hacerlo mañana", cuenta
De la Gándara.
La investigación del IEO es probablemente la más
avanzada de una carrera que está lanzada. En El Puerto de Santa María
(Cádiz) se ha instalado la empresa Futuna, que espera producir alevines
en un año, según Miguel Llerena el gerente. La firma, propiedad de
fondos de capital riesgo de diversos países, afirma que va a invertir
entre 12 y 15 millones en las instalaciones. Su negocio pasa por comprar
unos 60 reproductores de las almadrabas de Cádiz y mantenerlos en un
tanque en tierra. De ahí conseguir huevos, criarlos hasta que tengan
entre 25 y 50 centímetros y venderlos a las granjas para que los
engorden antes de venderlos.
El sector hierve con anuncios
fabulosos no siempre fáciles de contrastar. La firma croata Umami ha
anunciado también avances en la cría en colaboración con la Universidad
de Split.
En el sector hay quien es escéptico sobre el futuro de
la acuicultura del atún rojo, sobre todo porque los animales tardan
muchos años en alcanzar los 300 kilos que pueden llegar a pesar y que es
lo que hace que cuesten hasta 6.000 euros por un ejemplar en la lonja
de Tokio. El argumento es que siempre será infinitamente más barato
salir a pescar esos ejemplares que cultivarlos. También será más barato
lo que se hace actualmente: pescar unos de tamaño medio y engordarlos en
jaulas en el mar hasta que alcanzan el peso y el punto óptimo de grasa.
De
la Gándara explica que es un discurso repetido: "Llevo 30 años en la
acuicultura y siempre se dice lo mismo: que el cultivo no puede competir
con la pesca. Y es cierto que no puede competir si el mar está lleno de
peces y no hay que ir muy lejos a pescarlos, pero no si hay que salir
lejos con altos costes. La prueba es que casi toda la dorada y la lubina
que se vende ya es de piscifactoría".
Llerena también ve "un gran
negocio": "Esto puede cambiar toda la pesca del atún. Ahora necesitan
barcos, cámaras frigoríficas, jaulas... Lo que proponemos es pasar a una
pesquería como la de la dorada, con una nave y unas jaulas en la
costa". El atún rojo es un negocio que movió en 2000 unos 6.000 millones
de dólares (unos 4.330 millones de euros), según la Comisión Europea.
Seoka no duda de que habrá sitio para el sushi de piscifactoría aunque el stock
de atún rojo mejore gracias a las últimas medidas de control: "En China
está empezando a consumirse atún rojo. ¿Quién les va a surtir? Este
atún no tiene restricciones ambientales porque no se saca nada del mar".
El experto japonés considera que España "está en el primer lugar para
crear una industria de la cría del atún", que no debe quedarse solo en
la investigación.
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