Tour por las jaulas del atún rojo

publicado 5/11/11

Los pescadores catalanes preparan un polémico circuito turístico por sus granjas de engorde en la costa de Tarragona. Las organizaciones ecologistas promueven un boicot al consumo al considerar a la especie amenazada

Hace tan sólo cuatro años, cuando la especie se asomó al colapso y se convirtió para los ecologistas en algo así como el lince ibérico de los mares, habría sido impensable. Pero en junio será realidad. Una de las empresas que más atunes rojos captura en la UE, el Grupo Balfegó, comenzará entonces el Tuna Tour, una "apertura total" a los turistas de sus instalaciones en L'Ametlla de Mar (Tarragona), explican.

No habrá secretos. Por 50 euros, los visitantes llegarán en catamarán a las jaulas donde se engordan los atunes en alta mar, nadarán entre ellos y verán cómo un buzo les dispara en la cabeza con el equivalente submarino de una escopeta del calibre 12. También serán testigos de cómo se les corta la cabeza con una sierra eléctrica y cómo se procesa su carne para, en su mayor parte, enviarla a Japón, donde en un par de días está en los restaurantes servida como sushi o sashimi.

En la lonja de Tokio, el precio del kilogramo de atún rojo pescado en las costas catalanas supera los 30 euros. Y cada ejemplar, como un toro, puede alcanzar los 600 kilogramos. Los beneficios de la empresa catalana rebasan en la actualidad los tres millones de euros cada año.

La organización ICCAT ve la especie "en la senda de la recuperación"
Para los ecologistas, el tour es "un circo", como critica Sebastián Losada, asesor de pesca para Greenpeace Internacional. Para el director general del Grupo Balfegó, Juan Serrano, es simplemente "un ejercicio de transparencia absoluta". Los pescadores ya han ganado la llamada guerra del sushi en los despachos, al parar un intento de Mónaco para que la pesca se regulara por el convenio CITES, el mismo que prohíbe el comercio internacional con tigres o águilas imperiales, pero ahora también quieren ganar la batalla de la propaganda.

Como explica Josu Santiago, presidente del comité científico del ICCAT, la organización intergubernamental que regula su pesca, la gestión del atún rojo es "el ejemplo de un gran fracaso", al menos hasta 2007. Entonces, los científicos recomendaron una captura de 15.000 toneladas. La Comisión Europea les ignoró y permitió sacar de los mares 29.500 toneladas. Los pescadores, finalmente, y de manera ilegal, capturaron unas 61.000 toneladas, provocando un movimiento internacional para prohibir la pesca del atún rojo.

El Grupo Balfegó se encontró entonces en el punto de mira de las ONG conservacionistas. La empresa gestiona cuatro de los seis barcos cerqueros que hay en España y compra las capturas de otros tres buques franceses. Mueve más de 600 toneladas cada año. Según describe el propio presidente de la compañía, Pere Balfegó, la empresa funciona "como una escuadra militar".
Salen en comando cuando se abre la veda, el 15 de mayo. Durante un mes, apoyados por sondas, radares y sónares, persiguen los cardúmenes de atún rojo, en una actividad que recuerda más a la caza que a la pesca. Una vez localizado el enemigo, cada barco, como un compás, traza una circunferencia soltando una red de 1,8 kilómetros de perímetro y hasta 150 metros de profundidad que encierra a los peces. 

Cada ejemplar, de hasta 600 kilogramos,
se vende en la lonja a 30 euros el kilo
Otros ocho barcos de apoyo remolcan ocho jaulas flotantes, en las que viajarán los atunes hasta las instalaciones de engorde, en L'Ametlla de Mar. Allí, a unas tres millas del "casco de romano", como llaman los vecinos al reactor nuclear de Vandellós 2, vivirán durante un año, a la espera de que alcancen un peso adecuado y haya buenos precios en las subastas de la lonja de Tokio.

Como cerdos

"No vendemos si no nos interesa el precio que ofrecen. Los atunes no son como televisores, que en seguida se quedan obsoletos. Todo lo contrario. Si esperamos, engordan. Es como si almacenaras una televisión de 22 pulgadas y cuando la fueras a vender hubiera crecido hasta las 26", resume Serrano.
En las instalaciones de L'Ametlla de Mar hay un millón de kilogramos de atún rojo (la empresa no habla de número de ejemplares vivos, sino de toneladas de carne). En verano, cuando más comen, los animales devoran cada semana 350.000 kilogramos de sardinas, caballas y arenques pescados en Portugal e Irlanda para alcanzar un peso adecuado para la venta. "Son como cerdos en la montanera", señala Serrano.

"Creemos que el atún rojo está en la senda de la recuperación"

El Tuna Tour, presentado en un viaje para la prensa pagado por el Grupo Balfegó, será un intento de convencer al público de que todo ha cambiado y el atún rojo ya no está amenazado. "En una ocasión, en un restaurante, escuché a un cliente rechazar un plato de atún rojo porque decía que está en peligro de extinción, y no es así", narra Balfegó.

Sobre los papeles, las cifras han cambiado. En 2010, los científicos recomendaron unas capturas de 13.500 toneladas. La Comisión Europea adoptó la propuesta. Y los pescadores han declarado unas capturas de 11.300 toneladas. Cada vez que se sacrifica un atún en las jaulas de engorde del Grupo Balfegó, hay un inspector del ICCAT presente. Y en el puerto espera otro inspector, del Ministerio de Medio Ambiente, que pesa las capturas. Cada atún lleva una especie de DNI electrónico. Un cliente en un restaurante de Tokio puede leer en su teléfono móvil dónde ha sido pescado el animal y cuándo fue sacrificado. El fraude, aseguran, ya no es posible como antes. "En este sector ha habido mucho oscurantismo, pero parece que se está dejando atrás. Creemos que el atún rojo está en la senda de la recuperación", opina el presidente de los científicos del ICCAT. Sin embargo, la especie sigue "en peligro", según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Una ventana para el fraude

Un informe de la organización conservacionista Pew, con sede en Washington, denunció hace una semana que en 2009 y 2010 se vendieron 70.000 toneladas de atún rojo, el doble de la cantidad de capturas permitida. El Grupo Balfegó rechaza las conclusiones de los ecologistas. "Si hubiera ese fraude, los precios habrían caído, y no lo hicieron. Ese mito de que esta pesquería actúa sin control es falaz y maquiavélico", zanja Serrano.

El 8 de noviembre comenzará una reunión del ICCAT para estudiar nuevas medidas de conservación. En 2012, sus científicos evaluarán el estado real de la especie, cuyo último censo se remonta a 2010.
Sergi Tudela, de WWF Internacional, lamenta que "algunos operadores industriales traten de sacar provecho absolutamente de todo", en referencia al Tuna Tour. Para Tudela, que promueve un boicot al consumo de atún rojo, antes de instalar circuitos turísticos hay que garantizar la sostenibilidad de la especie. "Sabemos cuántos atunes salen de las granjas de engorde, pero no sabemos cuántos entran. No hay trazabilidad y esto es una ventana para el fraude", opina. No obstante, el ecologista admite "los progresos innegables" conseguidos en la gestión del atún rojo, que ya es "una de las pesquerías más reguladas del mundo".

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